Noticias El Periódico Tarija

El santo misionero Julián Lizardi luego de un martirio fue sacrificado por los indios chiriguanos con treinta y dos flechas que se hincaron en su cuerpo. Fue un 16 de mayo de 1735 día nebuloso y frío del valle de Tarija. Veintidós días después del martirio, sus restos fueron recuperados por el P. José Pons, traídos a la villa de Tarija y enterrados en la Iglesia Matriz, actual Iglesia Catedral.

El joven Julián Lizardi hizo el noviciado en Villagarcía de Campos, España. En 1713 ingresó en la Compañía de Jesús y posteriormente fue trasladado al colegio de Santiago donde prosiguió los estudios. Más tarde solicitó ser enviado a las misiones en América. Aprovechando la visita a España de los Padres jesuitas Bartolomé Jiménez y Joseph de Aguirre, Procuradores, que fueron a Europa a alistar jesuitas para llevar a Sudamérica; el iniciado Julián Lizardi, hizo conocer su deseo de viajar a Sudamérica para continuar allí sus estudios. En 1717, habiendo sido aprobada su solicitud, salió de Santiago rumbo a Cádiz, donde junto a ciento treinta misioneros de diferentes nacionalidades, partió del Puerto de Cádiz el 5 de abril de 1717.rumbo a Sudamérica. La travesía del atlántico, ya constituía una dura prueba, pues en un siglo se contaban fácilmente 200 naufragios. Entre 1686 y 1727, perecieron 113 jesuitas ahogados o víctimas de las epidemias o de asaltos de piratas.

Lizardi y los otros misioneros, arribaron al Puerto de Buenos Aires en el año 1717, pasando a la Misión de Córdoba donde llegó el 14 de septiembre de dicho año. Su posterior destino fue el colegio de Buenos Aires para dedicarse a la enseñanza de la gramática. A los 28 años nuevamente en Córdoba permaneció seis meses y luego destinado a las misiones del Paraguay. Con la llegada de nuevos jesuitas, fue enviado en misiones de evangelización al territorio de la chiriguanía, cuya provincia, el actual territorio del sur de Bolivia, había sido concedido íntegramente a esta orden católica. A partir de la presencia jesuita en estas tierras, comenzó el estudio en Tarija de las características y condiciones de los indígenas. Julián Lizardi en su condición de Superior de la misión, fue testigo y protagonista de una guerra entre las tribus originarias, situación que dificultaba la labor de los jesuitas; por lo que trabajaron en gestiones de paz a favor de los bandos en conflicto. .

El 25 de noviembre de 1721, recibió las Sagradas Órdenes de manos del Obispo de Tucumán, P. Alfonso Pozo y Silva. Con el fervor que le comunicó su nuevo estado, sintió aun mayor predilección por los indios originarios. Al oír la muerte de algún misionero a manos de los salvajes, exclamaba “Sí, sí, vamos a los Chiquitos, a los Césares, al Chaco; eso busco; las macanas; eso deseo; los dardos; las saetas”. En 1727 en Buenos Aires, atendía a los trabajadores indígenas durante una epidemia, privándose hasta de su propio alimento para dárselo a aquellos pobres, como él decía, “a sus hijuelos queridos”.

En enero de 1725, remontó el río Paraná con rumbo a las misiones guaraníticas del Paraguay. La reducción de Loreto primero (1725-1726), y luego, la de Santo Ángel (1728-1732), fueron el campo del abnegado misionero. El Padre Pablo Benítez, escribe: «Era incansable en los ministerios espirituales con los indios, predicando, confesando, llevando viáticos y Extremaunción de día y de noche».

El P. Lizardi consagró seis años de su joven vida a las misiones guaraníticas del Paraguay. En 1730, recibió el Supremo Grado de la Profesión de Cuatro Votos. Su vida en la Reducción, estuvo caracterizada por una profunda fe y espíritu de servicio. Dedicaba varias horas del día a la meditación, a la oración, a la caridad y a la mortificación.El Cabildo de Tarija, en carta enviada el 6 de agosto de 1731 al virrey del Perú, José de Armendáriz, Marqués de Castelfuerte, solicitó que sean los Jesuitas los que desarrollen la evangelización a los chiriguanos. El pedido fue firmado por todos los miembros del Cabildo, encabezados por Juan de Echalar