Conocer el pasado que dio origen a la conformación de nuestros pueblos y la construcción de nuestras comunidades de donde procedemos o descendemos, es una condición fundamental para entender el presente que vivimos e imprescindible para considerar la perspectiva futura. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin destino y sin futuro.
La celebración del Bicentenario de la batalla de la Tablada 1817-2017 en la presente gestión, motiva a la reflexión en torno a nuestro esplendoroso y glorioso pasado, desde las poblaciones originarias que poblaron nuestro territorio provenientes del norte y sur, el encuentro de culturas, las disputas territoriales, la conquista española, la evangelización, las luchas independentistas y la construcción político administrativa de nuestro Departamento. Conocer el proceso de crecimiento de la población de este territorio es un elemento poco explorado y conocido, más aun por la escasa la documentación relativa a la demografía de los pasados siglos, sin embargo, a partir de le época Republicana existen registros municipales y Censos de Población y Vivienda que permiten obtener información demográfica, económica y social de los habitantes de la ciudad de Tarija y el Departamento, Considerar aspectos relativos a la demografía de manera sistemática y ordenada, permite la formulación de políticas públicas, planes, programas y proyectos de desarrollo social y económico en beneficio de una comunidad y el conocimiento de la realidad en la que vivimos y vivirán las generaciones futuras.
Proceso de ocupación territorial desde el norte por originarios quechuas y aimaras y por el sur por la chiriguania, descendientes de la nación guaraní en el periodo precolombino.
Mapa. PDTO. Tarija 2005.
Ministerio de Desarrollo Sostenible y Prefectura de Tarija.
La región del valle central y el Subandino, fueron áreas de transición entre la zona altiplánica y el Gran Chaco del Departamento, rol que sigue cumpliendo en la actualidad relacionando el norte con el sur y viceversa, constituyéndose en uno de los principales vínculos para conectar el Pacifico con el Atlántico, situación que le otorga a Tarija un posicionamiento privilegiado y estratégico, que fue concebido por las poblaciones originarias y en especial por la conquista española que instruyó desde el Perú, sede del Virreinato, abrir las rutas de tierra y agua para vincular Lima con el rio de La Plata. Esta visión de hace más de quinientos años, en el actual tiempo contemporáneo es conocido como la ruta de integración o corredor bioceánico del sur, que tiene a Tarija como su principal vinculo de consolidación.
La ocupación del territorio, a través de la ruta del norte hacia el sur
Los primeros vestigios de ocupación del territorio del Departamento de Tarija, se encuentran entre los 11.000 a 8.000 años A.C., principalmente en la zona de la puna del Departamento o Zona Alta. Durante este período, en esta región existían grupos de cazadores y recolectores. La zona de la puna y los valles de Tarija, son los lugares donde se encontró mayor cantidad de presencia y restos de antiguas culturas.
Camino precolombino desde La Patanka hasta Pinos
Cerca de San Luis, a seis kilómetros al suroeste de la ciudad de Tarija, se encontró un cráneo humano que registra una edad de 7540 ± 50 años A.C denominándose el hallazgo como “el hombre de San Luis”, o la fortaleza del Seare, construida y nominada en honor al líder incaico asentado en esa área, ubicada en actual comunidad denominada el Saire en la primera Sección de la provincia Arce. A esto se agregan las expresiones graficas o arte rupestre y cerámica desde el rio San Juan del Oro en la zona altiplánica hasta las actuales comunidades de Cañas, Rejará Rosillas, Abra de San Francisco, Cañas, Camacho y Rosillas en la jurisdicción del municipio de Padcaya. Precisamente esa zona registra la existencia de denominaciones que testifican la presencia de población con identidad y origen quechua en varias comunidades, como gravados en bajo relieve de motivos incaicos registrados en el Angosto de Orozas que representan al sol y la llama divinizando al su Dios en el astro rey del universo y del animal que les proporcionaba alimento, vestuario y transporte. Entre estas expresiones destacan nominaciones de comunidades que se conservan hasta nuestros días como Rumihorco (cerro de piedra), Virkijocha (charco de agua), Saccharuna (árbol de forma de hombre), Rumicancha (corral de piedra), Chalamarca (lugar de pasto), Huacanki (donde lloraste), Cachimayo (río salado), Canchasmayu, Queñahuayco, Chaguaya, Tajxara, Iscayachi, Chorcoya, Sama, Chujmiri, Calama, Chayaza, Paicho, Churquihuayco, Sunchuhuayco, Chocloca, Tullcumarca, Pircacancha, Chaupicancha, Pilcomayu, Kjarachimayo, Huankjoiro y expresiones orales de uso cotidiano como lluppir, ppitir, ppallar, chaguar, suchchu, chusquir, kjarar, chorkjo, choclo, pirca, pujio, lajra, chchsi, huajccho, chchallar, kjasa, senkja, chojñoso, ojllar, suttu, kaito, kjorar, ttekje, chchuspa, ñacar, chunchuli, kjonichi, kjalpir, muspjar, kjeta, ect.
La región del Chaco registra escasa cantidad de restos de culturas. Hasta la llegada de los misioneros fue un territorio ocupado por tribus de origen Tupi-Guaraní en un vasto territorio de 550.0000 km2 que comparten Bolivia, Paraguay y Argentina, que albergó la gran nación guaraní con sus poblaciones de principalmente de origen Toba y Chanè, Ava, Tapiete y Weehayek o Matacos que habita actualmente en las provincias O´Connor y Gran Chaco.
Los guaraníes, conocidos en esta parte del territorio como “chiriguanos”, fueron la gran muralla de resistencia a la conquista y evangelización. En el Chaco se registró el encuentro entre culturas y el fatal choque entre la cruz, la espada y la pólvora de la conquista con la lanza y el coraje de sus pobladores originarios que ante la presencia y avasallamiento de su territorio por parte de los “caray” o caras blancas.